La Buena Semilla: Sábado 22 Octubre
Sábado
22
Octubre
Vio Dios… que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo. Pero Jonás se apesadumbró en extremo, y se enojó. Y oró al Señor… te ruego que me quites la vida; porque mejor me es la muerte que la vida.
Jonás 3:10; 4:1-3
Quiero morir (4) – Jonás
Leer Jonás 4

Dios envió al profeta Jonás a Nínive para que advirtiera a sus habitantes sobre el juicio inminente que los amenazaba. A pesar de su desacuerdo, Jonás finalmente llevó el mensaje. Los habitantes de Nínive tomaron conciencia de sus pecados y se arrepintieron. Dios los perdonó y no ejecutó su juicio contra ellos.

Pero Jonás estaba herido en su orgullo: lo que él había anunciado no se había cumplido. Ofendido, reprochó a Dios su misericordia y pidió la muerte… “¿Haces tú bien en enojarte?”, le respondió Dios con paciencia. Preocupado más por su reputación que por la gloria de Dios, Jonás se enojó. Sabía muy bien que Dios es misericordioso y lento para la ira, ¡pero Jonás no compartía en absoluto estos sentimientos!

Jonás seguía enojado: una planta que lo había protegido del sol ardiente acababa de secarse, comida por un gusano; el calor lo agobiaba. Entonces volvió a desear la muerte. Y Dios le hizo la misma pregunta. De hecho, a Jonás le preocupaba más la planta que los habitantes de Nínive. Entonces Dios le habló de su misericordia por la gente de esta ciudad, en especial por sus numerosos niños, e incluso por sus animales. La historia de Jonás nos da una importante lección: el orgullo y el egoísmo pueden llevarnos a reaccionar exageradamente, no según la gracia y la paciencia divina. Esforcémonos para manifestar mejor la compasión de nuestro Dios, “el cual quiere que todos los hombres sean salvos” (1 Timoteo 2:4).

Deuteronomio 16 – Juan 10 – Salmo 119:17-24 – Proverbios 25:27-28