¡Qué tiempos más sorprendentes los que vivimos! Los avances tecnológicos nos proporcionan, en todas las áreas y entre otras cosas, los medios para ser cada vez más eficientes, para ahorrar tiempo. Teléfonos inteligentes, ordenadores y máquinas de todo tipo cambiaron drásticamente nuestras vidas en el ámbito profesional o familiar, nuestra forma de comunicarnos y nuestros desplazamientos. Todo va cada vez más rápido y, sin embargo, todo el mundo se queja de falta de tiempo.
Pero, ¿hemos intentado contabilizar el tiempo que pasamos frente a las pantallas de todo tipo y tamaño?
¡La vida familiar está cada vez más invadida por las innumerables actividades personales de padres e hijos!
¡No nos dejemos sumergir por esa marea de sonidos e imágenes que nos acaparan! ¡Detengámonos ahora para leer o escuchar la Palabra de Dios! Cualquiera que sea el medio, escrito u oral, Dios nos habla en la Biblia. Sus palabras son verdaderas, seguras, y tienen un carácter único. Nos muestran claramente el mal que hay en el corazón de todo hombre, y sus consecuencias.
Pero esta Palabra también quiere mostrarnos, si la creemos, cómo ser liberados, cómo recibir un corazón sabio. La sabiduría de Dios fue revelada en Jesús, a quien Dios nos envió. ¡Para tener la vida eterna debemos conocerle y creer en él!
Tomémonos el tiempo para escuchar, como aconsejó el profeta Samuel: “Mas espera tú un poco para que te declare la palabra de Dios” (1 Samuel 9:27).
Isaías 65 – Marcos 13 – Salmo 58:6-11 – Proverbios 15:19-20