La Buena Semilla: Miércoles 11 Mayo
Miércoles
11
Mayo
Ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, ni dar a Dios su rescate, porque la redención de su vida es de gran precio, y no se logrará jamás.
Salmo 49:7-8
(Jesús dijo:) Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.
Apocalipsis 21:6
El verdadero regalo

En numerosas partes del mundo existe una costumbre social llamada “potlatch”, y derivada de un término chinook que significa “regalar”. Se trata de un sistema de intercambio de regalos en el que cada uno debe dar un regalo por lo menos equivalente al que recibió, para no quedar mal. Esta costumbre podría parecer extraña en nuestras culturas cristianizadas, si no analizamos algunas de las nuestras. Por ejemplo, como norma de cortesía no llegamos con las manos vacías cuando alguien nos invita; hay que devolver una invitación; el intercambio de regalos es una costumbre de fin de año; un servicio llama a otro servicio… En resumen, si nos dan un regalo, hay que devolver otro.

Pero con Dios no sucede lo mismo: él nos dio a su propio Hijo, ¿qué podríamos darle a cambio? Debemos aceptar sencillamente su regalo, pues ofreciéndole otro mostraríamos que no apreciamos ese don supremo en su justo valor. Aceptar su regalo también significa aceptar lo que somos ante él, es decir, pecadores. Para expiar nuestros pecados fue necesario que el Hijo de Dios diese su vida, ¡regalo inmenso pero necesario! De ninguna manera podremos comprar ni pagar nuestra salvación a través de una vida piadosa, obedeciendo principios morales, respetando la sociedad y a los demás. El regalo de Dios es gratuito, no es un crédito que debamos reembolsar. ¡Aceptémoslo simplemente! ¿Qué podemos darle a cambio? Simplemente nuestro agradecimiento, que se manifiesta viviendo de una manera que le agrade.

Isaías 58 – Marcos 10:32-52 – Salmo 56:1-7 – Proverbios 15:9-10