«Mis nuevos amigos me hablaron de la Biblia. Al principio solo la consideré como un buen medio para mejorar mi nivel de inglés. Pero, para mi gran sorpresa, en ella encontré la respuesta a mis preguntas. Jack y Carol manifestaban el amor y la paz porque había una fuerza especial en ellos. ¡Esta fuerza era la de Jesucristo!
Una noche, mientras estudiábamos la Biblia juntos, leí estas palabras: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20). Cerré los ojos y sentí la presencia de Jesús. ¡Podía escuchar su voz! Entonces invité a Jesús a mi vida. Cuando recibí el amor de Cristo, me sentí limpia, fuerte, feliz, y supe que para mí había empezado una nueva vida. ¡Ahora tengo paz, ya no estoy perdida!
¿Y usted? ¿Tiene paz en su corazón? Puede recibir a Cristo ahora por la fe, por medio de la oración. Orar es simplemente hablar con Dios. Él le conoce y está más atento a lo que hay en su corazón que a las palabras que usted pronuncia. Le sugiero que ore así: Señor Jesús, quiero conocerte personalmente. Gracias porque moriste en la cruz por mis pecados. Te abro la puerta de mi vida y te recibo como mi Salvador y mi Señor». Él responderá a esta petición y se manifestará a usted.
“¿No hacen mis palabras bien al que camina rectamente?” (Miqueas 2:7).
Isaías 54-55 – Marcos 9:30-50 – Salmo 55:8-15 – Proverbios 15:5-6