Todos los días nos llegan noticias: atentados, guerras, crímenes, catástrofes… y luego pasamos la página. Mañana será otro día con su porción de miseria y alegría. Nótese también la facilidad con la que a veces pasamos la página de lo que nos incomoda: no debemos mirar al pasado, decimos, ni ser pesimistas, ¡debemos seguir adelante!
Sin embargo, realmente no puedo borrar mi pasado, con mis errores, mis pasos en falso, mi cobardía. Un día tendré que pasar la última página de mi vida en la tierra y entrar en la presencia de Dios. Entonces tendré que dar cuenta, ante el Juez Supremo, de todo lo que esté escrito en el libro de mi existencia terrenal.
Ahora bien, lo que ni yo ni nadie podía hacer, Dios lo hizo. Él borró todos mis pecados, porque Jesucristo sufrió el castigo en mi lugar. En la cruz, Jesús clamó: “Consumado es”, lo que significa: «Está pagado». Si lo acepto, Dios escribe: «pagado» en la página de las deudas que tengo con él.
Entonces Dios, cuya memoria es infalible, puede decirme: “Yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados” (Isaías 43:25).
“¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados” (Miqueas 7:18-19).
2 Crónicas 13 – 1 Corintios 6 – Salmo 101:5-8 – Proverbios 22:8-9