Un heliostato es un dispositivo que permite seguir la trayectoria del sol, normalmente es utilizado para dirigir, durante todo el día, los rayos solares a un punto fijo o a una pequeña superficie por medio de unos espejos…
Algunos pueblos apartados como Viganella (Italia) o Rjukan (Noruega) han colocado heliostatos en las alturas para llevar la luz solar a una plaza pública en pleno invierno. Así estos pueblos, que de otra manera estarían a la sombra, reciben luz varias horas al día gracias a los espejos que siguen el movimiento del sol.
Cristianos, ¡de igual modo debería suceder en nuestras vidas! Jesús nos invita: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:16). Él nos anima a responder con amor ante el odio, con bondad ante la burla, a ser pacientes en la prueba y serenos en momentos de conflicto.
Jesús también dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12). Nuestra luz debe ser el reflejo de lo que Jesús, el Hijo de Dios, es. Y así como los espejos de Rjukan o Viganella no servirían de nada sin el sol, nosotros tampoco podemos hacer nada si no vamos a Jesús mediante la fe. De los primeros discípulos se decía: “Les reconocían que habían estado con Jesús” (Hechos 4:13). ¡Si por la fe vivimos en contacto con Jesús, los demás lo verán! ¡La luz de la vida los iluminará!
Ezequiel 43 – 2 Pedro 1 – Salmo 46:4-7 – Proverbios 14:5-6