La Buena Semilla: Martes 1 Noviembre
Martes
1
Noviembre
Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
Romanos 5:12
Jesucristo… quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio.
2 Timoteo 1:10
Jesús, único vencedor de la muerte
Leer Marcos 5:21-24, 35-42

Jesús, el Hijo de Dios, el Salvador de los pecadores, vino a este mundo lleno de sufrimiento y dolor. Cierto día un hombre que tenía una hija única, de doce años, se acercó a Jesús con el corazón destrozado, diciéndole: “Mi hija está agonizando”. Jesús fue con él, pero la multitud lo apretaba, y tuvo que detenerse para sanar a una mujer enferma.

Mientras ese padre ansioso veía pasar el tiempo, sus vecinos vinieron y le dijeron que su hija había muerto. ¡Qué dolor al pensar que todo había terminado!

Pero Jesús, el Príncipe de la vida, le dijo: “No temas, cree solamente” (v. 36). Acompañó al padre y entró en la casa donde reinaba una gran agitación. Luego dijo: “La niña no está muerta, sino duerme” (v. 39). Los que estaban presentes se burlaron de sus palabras. Entonces el Señor Jesús los sacó y ordenó a la niña levantarse. Luego la entregó viva a sus asombrados padres.

La muerte es una realidad a la cual ningún ser humano puede sustraerse. Pero Jesús, sobre quien la muerte no tenía ningún poder, porque él nunca pecó, dio su vida voluntariamente. Luego resucitó, convirtiéndose así en el gran vencedor de la muerte. A todos los que ponen su confianza en él les asegura que, incluso si deben morir un día, resucitarán como él, con un cuerpo glorioso. Para el cristiano, la muerte es un pasaje difícil, pero le abre la puerta al gozo eterno en el cielo con Jesús (Salmo 23:4-6).

Deuteronomio 26 – Juan 16 – Salmo 119:97-104 – Proverbios 26:19-20