La Buena Semilla: Domingo 30 Octubre
Domingo
30
Octubre
El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
Juan 3:3
A todos los que le recibieron (Jesús), a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.
Juan 1:12
Nacer de nuevo

La vida física transmitida por nuestros padres, nuestros sentidos y nuestra inteligencia nos permiten discernir al Dios Creador en lo que llamamos la naturaleza: “las cosas hechas” (Romanos 1:20); ellas nos hablan de parte de Dios (Salmo 19:3).

Aparte de esta percepción de Dios, todo contacto con él es imposible, porque nosotros somos pecadores. Todos nuestros esfuerzos: intenciones loables, buenas obras, formas y prácticas religiosas no tienen ningún valor para saldar nuestra deuda y permitir que nos acerquemos al Dios santo.

Pero Jesucristo, el Hijo de Dios, vino a la tierra para hablarnos, para anunciarnos personalmente la buena nueva, el evangelio del reino de Dios (Marcos 1:15). Él nos dice que en ese reino moran la justicia, la paz y el gozo en el Espíritu Santo (Romanos 14:17). Entonces, ¿cómo podemos entrar en ese reino, ya que nuestra condición de pecadores nos impide el acceso al ámbito divino?

La respuesta es simple: por el nuevo nacimiento, como lo expresa Jesús: “Os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:7). Cuando alguien acepta a Jesús como su Salvador, Dios le da esta vida espiritual, una vida nueva. Como creyente, él participa entonces de la naturaleza divina, posee la vida eterna, se convierte en hijo de Dios. Y así, Jesús mismo no se avergüenza de llamarnos sus hermanos (Hebreos 2:11).

La pregunta que cada uno debe hacerse es: ¿He nacido de nuevo?

Deuteronomio 24 – Juan 14 – Salmo 119:81-88 – Proverbios 26:15-16