La Buena Semilla: Domingo 15 Mayo
Domingo
15
Mayo
El Señor me abrió el oído, y yo no fui rebelde.
Isaías 50:5
El Hombre dócil

El ser humano está marcado por la obstinación. Pocos meses después de su nacimiento ya se manifiesta la rebeldía. No es por la influencia del ambiente que nos volvemos así; este corazón duro es parte de nuestra naturaleza, y esa naturaleza no mejora ni siquiera en el entorno más favorable: “En tierra de rectitud hará iniquidad” (Isaías 26:10). Por eso, durante el milenio de justicia y paz que Dios establecerá sobre la tierra, el Señor tendrá que reinar con vara de hierro (Salmo 2:8-9); sus enemigos se someterán a él porque no tendrán alternativa (Salmo 66:3), y aun así se levantarán finalmente en rebelión contra Dios (Apocalipsis 20:7-9).

El hombre es incorregible. Del pueblo especial que Dios eligió para sí, él tuvo que decir: “Pusieron su corazón como diamante, para no oír” (Zacarías 7:12). Y así somos todos por naturaleza: nos aferramos a nuestra propia voluntad, para no aceptar la de Dios.

Pero hubo un hombre totalmente distinto: Jesús, quien dijo: “He descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” (Juan 6:38). ¡Qué satisfacción para Dios, encontrar por fin un hombre dispuesto a oír! “Has abierto mis oídos… el hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón” (Salmo 40:6-8).

Al final de su servicio, el Señor Jesús oró a su Padre: “Si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad” (Mateo 26:42). Esta es la actitud que Dios aprecia: “El obedecer es mejor que los sacrificios”, la obstinación es como idolatría (1 Samuel 15:22-23).

Cristo, como Hombre en esta tierra, “por lo que padeció aprendió la obediencia; y… vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen” (Hebreos 5:8-9).

Isaías 63-64 – Marcos 12:28-44 – Salmo 58:1-5 – Proverbios 15:17-18