En 1871 una familia cristiana de Chicago, los Spafford, perdieron brutalmente a su hijo de 4 años. Poco después un terrible incendio consumió todos sus bienes.
Dos años más tarde la familia debía tomar un barco para ir a Europa. Al momento de partir, el padre, llamado a Chicago por motivos profesionales, dejó a su mujer y a sus hijas partir sin él. Pocos días después el barco, “Ville du Havre”, colisionó con otro navío y se hundió en pocos minutos. La señora Spafford, agarrada a una tabla, vio impotente cómo sus cuatro hijas se ahogaban. Rescatada por la tripulación de otro navío llegó al país de Gales, desde donde envió un telegrama a su marido: “Única salvada”. Este decidió ir a su encuentro; para ello tomó el primer barco que iba a Europa. Una noche, durante el viaje, el capitán llamó a su puerta y le dijo: “Ahora estamos en el lugar donde murieron sus hijas”. El padre miró un instante las turbias aguas, volvió a su cabina y escribió un poema cuya primera estrofa es esta:
Cada uno de nosotros puede verse enfrentado a pruebas insuperables. Pero Dios, quien es fiel y nos ama, es el único que puede darnos la fuerza para soportarla y llenarnos de paz: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).
Éxodo 36 – Hechos 25 – Salmo 36:1-6 – Proverbios 12:5-6