En la Biblia, las profecías del Antiguo Testamento anunciaron con certidumbre algunos hechos históricos de los siglos pasados mucho antes de que tuviesen lugar. Las profecías con respecto al futuro son igualmente seguras. Por encima de todos los eventos anunciados hay uno excepcional, que puede tener lugar de un momento a otro, sin que sepamos la fecha. Cada cristiano debe esperarlo con fervor y gozo, porque se trata del regreso del Señor Jesús para llevar con él a todos sus redimidos (1 Tesalonicenses 4:15-17).
La Palabra de Dios da varios indicios que muestran que ese momento está cerca y que el tiempo de la gracia pronto se acabará: la indiferencia de las multitudes hacia el Evangelio; la cristiandad que tiene apariencia de piedad pero que niega su poder (2 Timoteo 3:5); las naciones que buscan un camino hacia la paz pero sin Dios (1 Tesalonicenses 5:3); el renacimiento de un estado judío (Ezequiel 37:21).
Esperar al Señor debería desligar al creyente de las cosas del mundo, y hacer de él un ferviente testigo, siempre listo para ir al cielo. Jesús prometió a los suyos: “Vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:3). Esta perspectiva regocija a los creyentes y los anima a proclamar la urgencia del mensaje del Evangelio: “Reconciliaos con Dios” (2 Corintios 5:20).
Éxodo 27 – Hechos 19:23-41 – Salmo 33:10-15 – Proverbios 11:19-20