Después de haber creado a Adán, Dios lo instaló en un huerto maravilloso, lleno de árboles frutales. Adán podía admirar la naturaleza creada, testimonio de la bondad del Creador hacia él. Dios también habló dándole instrucciones claras. Para Adán esta era la “Palabra de Dios”, “la Biblia de Adán”.
¿Qué hizo Adán con su “Biblia”? El capítulo 3 de Génesis nos lo dice: Satanás se presentó, mintió y contradijo abiertamente la palabra de Dios. Adán y Eva lo escucharon, pusieron en duda la bondad de Dios y su palabra. Desobedecieron, ¡y fue la catástrofe! Como Dios lo había anunciado, Adán y Eva murieron…
Ahora, como Adán en otro tiempo, los hombres tienen ante ellos la naturaleza, un testimonio universal del poder y de la bondad del Creador. También tienen su palabra, la Biblia, que hoy está completa.
Y la triste historia se repite: los hombres, cegados por Satanás, no creen en lo que la Biblia dice y ponen en duda la bondad de Dios. Al igual que sus primeros padres, son pecadores, desobedecen y mueren…
Pero en medio de este panorama desolador apareció una luz: Jesús, el Hijo de Dios, vino a la tierra. Resistió a Satanás y confió en Dios. Obedeció hasta el final. Dio su vida en la cruz por la humanidad, formada por hombres culpables y desobedientes. Murió por ellos, pero resucitó al tercer día. La muerte fue vencida, Satanás fue destruido (Hebreos 2:14). ¡Todos los que creen en Jesús reciben la vida eterna!
Éxodo 24 – Hechos 17:16-34 – Salmo 32:5-7 – Proverbios 11:13-14