– ¡Yo solo creo lo que veo!
– Ah, ¿entonces no cree que Napoleón existió?
– Sí. Creo lo que veo y también lo que otros vieron y luego lo cuentan. Sé que las galaxias existen porque los astrónomos las vieron con sus telescopios, y creo que Napoleón existió porque los historiadores lo afirman. Basta con que algunos hombres fiables hayan visto un evento para que lo crea.
– Entonces usted quizá sea cristiano.
– ¿Por qué dice que soy cristiano?
– Porque su actitud se parece a la mía: creo en Jesucristo, no porque lo haya visto, sino porque otros lo vieron y escribieron testimonios con respecto a él. Creo que está vivo porque sus discípulos, y muchos otros, más de 500 personas, lo vieron resucitado (1 Corintios 15:4-6).
Los profetas de la Biblia transmitieron lo que Dios les había dicho, y muy a menudo escribieron: “Así dice el Señor”. Jesús afirmó que venía del cielo y que actuaba de parte de Dios. Muchos cristianos dieron testimonio de la manera en que Dios obró con ellos. Podemos, pues, creer esos numerosos testimonios.
Recibiéndolos creo en Dios, incluso si no lo he visto a él. No se trata de reflexionar sobre Dios, sino de aceptar lo que él nos comunicó de sí mismo. Los cristianos creemos lo que la Santa Escritura dice, lo que los profetas de la Biblia escribieron. Jesús dijo que el que cree así es “bienaventurado”.
Éxodo 28 – Hechos 20:1-16 – Salmo 33:16-22 – Proverbios 11:21-22