Jesús nació en Belén. Los magos de Oriente, advertidos de su nacimiento por la presencia de una estrella, vinieron a adorar al futuro rey de los judíos. Pero el rey Herodes se enteró de su nacimiento y, celoso, quería matarlo. Entonces Dios dio instrucciones a José para que pusiera
Pero este humilde niño, nacido de una mujer como todos nosotros, también es “Hijo del Altísimo”, “Hijo de Dios” (Lucas 1:32, 35). Este frágil recién nacido no es nada más y nada menos que el Creador del universo. Y aunque acostado en un pesebre, es el que controla los movimientos de las estrellas y las galaxias, “quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder” (Hebreos 1:3). Él creó los mundos con su entendimiento, y por su autoridad perduran.
La humillación sin igual de nuestro Creador, hasta nacer en el humilde pesebre de Belén, es “el misterio de la piedad”, ¡un gran misterio en verdad!
2 Reyes 23:1-20 – 1 Timoteo 5 – Salmo 74:1-11 – Proverbios 17:27-28