“No tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”, escribió el apóstol Pablo a los cristianos de Éfeso (Efesios 6:12). Luego continuó hablando de la armadura que el cristiano tiene a su disposición para librar esta batalla. Quiero hablar de dos piezas: el escudo de la fe y la espada del Espíritu.
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Seamos firmes en nuestras batallas y, por la gracia de Dios y con su ayuda constante, marchemos como soldados victoriosos. Avancemos, a pesar de nuestros fracasos y ansiedades, esperando el momento en que estaremos con el Rey de reyes, quien nos cuida con amor y sabiduría.
Daniel 1 – 2 Timoteo 3 – Salmo 77:1-9 – Proverbios 18:6-7