Una casa editorial escogió llamarse «Aldea Mundial». Este nombre expresa la idea de que mediante los libros y los medios masivos de comunicación, todos los hombres del mundo están tan cerca como si fueran de una misma aldea. Por otra parte, cada vez se habla más de globalización en la industria, la agricultura, la política, el comercio… Nuestro planeta parece más pequeño a medida que se desarrollan los medios de comunicación y transporte.
Desde su principio el Evangelio tiene una dimensión mundial y universal, porque el amor de Dios es para todo el mundo. Dios quiere que todos los hombres sean salvos, y envía a sus siervos por toda la tierra. “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones…” (Mateo 28:19). Con la venida de Jesús a la tierra, los creyentes experimentan que las fronteras desaparecen en el plano espiritual. Las barreras de los idiomas como de las razas no son un obstáculo para hablar de Dios. El Evangelio penetra en todos los países y medios sociales. Trae un mensaje divino y universal dirigido a todos los seres humanos, cualquiera sea su condición o cultura.
En el pensamiento de Dios, la Iglesia está formada por todos los que pertenecen a Jesucristo. Unidos por el Espíritu Santo, son interdependientes y solidarios. Esto es cierto en el nivel mundial, pero nuestra responsabilidad se sitúa ante todo en el nivel local.
2 Reyes 10 – Romanos 15:1-13 – Salmo 69:1-8 – Proverbios 16:33