La gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo; fueron vistas en su persona y en su vida, en un equilibrio perfecto.
Primero se menciona la gracia. De hecho, la verdad sola, al revelar nuestro estado pecaminoso, nos haría huir. Dios nos atrae por medio de la gracia, que establece la confianza y tranquiliza el corazón. Entonces la verdad puede expresarse, ya que Jesús nunca compromete la verdad bajo el disfraz de gracia.
Dos historias ilustran esto:
– Jesús estaba sentado junto a un pozo al mediodía. Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos. Una mujer con el corazón atribulado llegó a sacar agua. Tenía mala reputación y evitaba ser vista. Jesús le habló amablemente y comenzó pidiéndole de beber. Solo cuando ella confió en él, le habló sobre su vida pasada. El resultado fue notable.
Ella, que se ocultaba de sus semejantes, fue a la ciudad y dijo a todos: “Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será este el Cristo?”. Ahora los invitaba a ir a Jesús. Muchos fueron a él gracias a su testimonio, y descubrieron en Jesús al Salvador del mundo. Este fue el maravilloso efecto de
Job 33 – Colosenses 1:1-14 – Salmo 134 – Proverbios 28:19-20