La Buena Semilla: Miércoles 26 Noviembre
Miércoles
26
Noviembre
Habrá hombres amadores de sí mismos.
2 Timoteo 3:2
Porque todos buscan lo suyo propio.
Filipenses 2:21
El Hijo del Hombre (Jesús) no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
Marcos 10:45
El ego y sus exigencias

“Yo” es una pequeña palabra de dos letras, pero representa algo enorme, sólidamente apoyado en tres pilares llamados egoísmo, orgullo y voluntad propia. El yo en los demás es fácil de identificar, y con gusto lo condenamos. Cristianos, aprendamos primero a reconocerlo cada vez que se manifieste en nosotros mismos: en nuestros pensamientos, en nuestros corazones, en nuestras relaciones familiares, en el trabajo, en nuestras relaciones con otros creyentes. Rechacemos sus exigencias para que ceda su lugar al Señor Jesucristo, a su amor y a sus derechos.

El retrato moral del hombre de los últimos tiempos es descrito en 2 Timoteo 3:2-7. El primer rasgo mencionado es el egoísmo, fuente de todas las tristes tendencias que se enumeran a continuación, como la avaricia, la vanagloria, la soberbia, la ingratitud, la crueldad, etc.

Tristemente los cristianos muestran este egoísmo muy a menudo, en lugar de manifestar el amor divino. Este no piensa primero en sí mismo, no espera una respuesta o una recompensa de los demás. La Biblia no dice que yo deba exigir de mi prójimo pruebas de amor. En cambio, me exhorta a amarlo. El amor se pone al servicio de los demás, mientras el egoísmo quiere ser servido.

En Jesús, nuestro modelo perfecto, no encontramos ningún acto ni una palabra dictados por el egoísmo. En él no había lugar para el yo. Contemplar a Jesús e imitarlo es el único remedio eficaz para mi egoísmo.

Job 32 – Hebreos 13 – Salmo 133 – Proverbios 28:17-18