En la Biblia encontramos esta advertencia: “Prepárate para venir al encuentro de tu Dios, oh Israel” (Amós 4:12). Tal vez usted piense que Dios podría decirle:
–Nunca te preocupaste por obedecerme, pero a lo largo de tu vida trataste de hacer el bien a tu alrededor. ¡Te mereces un lugar en el cielo!
Esta supuesta respuesta quizá refleje el pensamiento de muchos.
En realidad, ni el ayuno ni ningún acto religioso exterior pueden abrir la entrada al cielo. ¿Y nuestros esfuerzos por hacer obras? ¡Ni lo uno ni lo otro, por muy buenos que parezcan! La Biblia dice: “En ningún otro hay salvación (solo en Jesucristo); porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12). ¿Le parece algo restrictivo e inflexible? Sin embargo, es la verdad revelada en la Palabra de Dios. Cuando Jesús estaba en la tierra, un joven le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?” (Mateo 19:16). Seguramente había hecho muchas cosas meritorias, pero no estaba seguro de haber hecho lo suficiente. En efecto, le faltaba una cosa: ¡seguir a Jesús! Pero no lo hizo, ¡era pedirle demasiado! Si lo hubiera seguido, lo habría visto morir en la cruz, condenado por los hombres, y luego resucitado de entre los muertos tres días después. Entonces habría visto la gloria de Jesús, “el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación” (Romanos 4:25). ¡Creer en Jesucristo es la única manera de conseguir un lugar en el cielo!
2 Samuel 20 – Hechos 9:23-43 – Salmo 27:9-14 – Proverbios 10:22-23