Caminar «para rejuvenecer el cuerpo y el alma, para elevarse espiritualmente, para maravillarse con la naturaleza, para defender una causa…». Estas son algunas opciones que una revista semanal propone. Caminar «en busca de sentido» a la vida, es decir, vivir con tanto interés por nuestras aspiraciones más profundas como por las oportunidades que nos ofrece el mundo.

A menudo la Biblia habla del andar del creyente en un mundo que le es hostil. De hecho, cada día debe elegir un camino, una dirección, un objetivo que muchas veces es opuesto al de sus semejantes que viven sin Dios y sin esperanza. El creyente sabe que ir en la dirección correcta significa seguir las huellas de Jesús, su Salvador y modelo. Es él quien da un verdadero sentido a su vida. Él dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (Juan 14:6).

Un profeta comprobó que “el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos” (Jeremías 10:23). Sabía que necesitaba a Dios para ser enseñado y guardado en el camino en que Dios quería conducirlo para su bien. Anhelemos lo mismo que el rey David, cuando dijo: “Hazme saber el camino por donde ande… Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios” (Salmo 143:8, 10). La Biblia es una guía segura para conocer la voluntad de Dios. Nos revela el maravilloso camino del hombre perfecto, Jesús, el Hijo de Dios; en contraste nos muestra el estado del hombre que hace su propia voluntad. ¡Miremos a Jesús como nuestro Salvador y modelo! Andar como él anduvo da sentido a nuestra vida.