Ayer vimos cómo Cody se conmovió con las palabras: «¿Sabe que Jesús lo ama?». Ese día asistió a una reunión cristiana por primera vez en su vida.
«Las semanas siguientes, dijo, volví a esa iglesia, porque cuanto más oía hablar de Jesús, más quería saber de él.
Poco a poco fui disminuyendo mi consumo de drogas. No sabía casi nada de la Biblia. Ni siquiera sabía cómo orar. Pero un día, en el parque donde vivía, me arrodillé, y llorando como un niño, oré: Señor, estoy tan cansado… estoy cansado de drogarme. Por favor, libérame. Me siento como si condujera un auto y no supiera hacer nada más que provocar accidentes. Señor, ¿por qué no tomas el volante? Me arrepiento de la forma en que he vivido. Quiero entregarte mi vida. ¡Señor, por favor, hazme un hombre nuevo!
No sé cuánto tiempo oré, pero después sentí una paz que nunca había experimentado. Fue como si una enorme ola pasara sobre mí, como cuando hacía surf en mi juventud. Por primera vez me sentí limpio. En ese momento Dios quitó de mí todo deseo de consumir drogas».
Ahora, ocho años después, Cody participa en una organización que proporciona alimentos y refugio a personas sin techo. «Amigos míos», les dice a menudo, «no me importa lo que hayan hecho, ¡vayan a Jesús! ¡Él los tomará en sus brazos y nunca los dejará caer!».
2 Samuel 8 – Mateo 28 – Salmo 22:22-24 – Proverbios 9:10-12