Muchos de los que se oponen al evangelio argumentan que este no ha traído paz ni justicia social a la tierra. Se afirma que el cristianismo no ha mejorado el mundo, como tampoco lo han hecho las diversas religiones.
Sin embargo, la Biblia no enseña que el Evangelio deba transformar el mundo o producir algún tipo de renovación de la humanidad. No, Cristo no vino a renovar nada, sino a hacer una “nueva creación”, una obra espiritual totalmente nueva.
Dios obra esta “nueva creación” en cada uno de los que creen en el Señor Jesús. Ella no es de naturaleza física, sino que nace y se desarrolla en la vida interior. En lugar de centrarse en sí mismo, el creyente se vuelve al Señor y, según las palabras de la Biblia, ha nacido “de nuevo”. Entonces puede hacer las buenas obras que el Señor ha preparado para él (Efesios 2:10). Si los creyentes pueden lograr algún bien en el mundo, es como resultado de su obediencia a Cristo, no porque en sí mismos sean buenas personas.
Dios no ayuda a los seres humanos a mejorar, porque su naturaleza está irremediablemente marcada por el pecado, por ello todos merecen su juicio. Pero todos pueden ser salvos por la fe en la obra de Cristo en la cruz. Dios no pretende reparar al mundo que rechazó a Cristo, pero ofrece la vida eterna a todos los que creen en el Señor Jesús (Juan 3:16). ¡Así les da una nueva naturaleza, y el Espíritu Santo, que les enseña!
1 Samuel 30 – Mateo 22:23-46 – Salmo 19:7-10 – Proverbios 7:6-23