Cuando nos convertimos a Cristo, tenemos muchas razones positivas para vivir:
– Conocer mejor a Dios: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3).
– Crecer espiritualmente para que nos parezcamos cada vez más a él, “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo” (Efesios 4:13-15).
– Dar fruto. Jesús dijo: “Yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto” (Juan 15:16). Dar o llevar fruto significa reproducir los caracteres de Cristo en nuestras vidas, por el poder del Espíritu Santo, para vivir una vida que lo honre, para hacer el bien, y también a fin de ganar a otros para Cristo.
– Alabar y adorar a Dios. Jesús dijo a una mujer samaritana: “Créeme… la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:21, 23-24).
Sofonías 2 – Filemón – Salmo 109:20-31 – Proverbios 24:17-18