El Señor está cerca: Domingo 27 Abril
Domingo
27
Abril
Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento… [y puso] su vida en expiación por el pecado.
Isaías 53:10
He aquí mi Siervo

A algunas personas les resulta difícil comprender que haya sido la voluntad de Jehová herir a su Siervo, pues les parece impropio de un Dios justo. Sin embargo, esto surge de un malentendido, pues el deseo de Dios (quiso) y su voluntad son lo mismo. Obviamente, esto no significa que él se complaciera en quebrantar a su Hijo, sino que la voluntad de Dios y su beneplácito son inseparables. Simplemente no había otra manera de cumplir los planes de Dios de llevar muchos hijos a la gloria. A través de este proceso tan difícil, Dios fue honrado en el sacrificio de su amado Hijo, nuestro Señor Jesús.

El Hijo eterno compartía la misma perspectiva y por eso ofreció su alma como sacrificio por el pecado. En otras palabras, se sometió al plan de Dios para ser el sacrificio supremo mediante el cual Dios sería honrado. Esta era la única forma en que podíamos ser salvados y formar parte de la familia de Dios. Cuando Pedro escribió acerca de “la sangre preciosa de Cristo”, él hizo alusión al sacrificio de Cristo como el de un Cordero sin mancha y sin contaminación. Su entrega estaba destinada de antemano, desde antes la fundación del mundo (1 P. 1:19-20). ¿No es asombroso? El Padre entregó al Hijo, quien a su vez se entregó a sí mismo, para que este plan pudiera cumplirse en su debido tiempo. Esto implicaba quebrantamiento y padecimiento, ya que Jesús fue crucificado en –o a través de– debilidad (2 Co. 13:4).

En esta última sección, la expresión «su alma» se menciona en tres ocasiones. En primer lugar, se expresa que Jehová puso su alma (“su vida”) en “expiación por el pecado” y, al mismo tiempo, el Mesías mismo se dio a sí mismo con ese propósito (v. 10). En segundo lugar, se dice que Dios verá el fruto del trabajo de su alma y quedará satisfecho (v. 11). Por último, se menciona que Jesús derramó su alma (“su vida”) hasta la muerte, siendo él el Autor de la vida. Esto es una verdad insondable. A través de todo esto, Dios fue glorificado y se establecieron las bases de todas nuestras bendiciones.

Alfred E. Bouter