Como cristianos debemos trabajar, entre otras cosas, para satisfacer nuestras necesidades materiales (2 Tesalonicenses 3:8-12). El Señor sabe que necesitamos alimento, techo, vestido y otras cosas materiales. Nos dice: “Vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad” (Mateo 6:8). Sin embargo, añade: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (v. 33).
Respecto al hombre rico de la parábola de Lucas 12:16-21, que planeaba dónde almacenar sus cosechas, cuanto más se enriquecía materialmente, más se empobrecía espiritualmente. Creía que podía vivir y prosperar en su pequeño mundo egocéntrico. “Diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate”. Hablaba como si él controlara las estaciones y garantizara la fertilidad de la tierra, como si pudiera regular la lluvia y el sol… ¡Esta es la locura de tomar al hombre como centro, sin dejar ningún lugar a Dios! Este hombre terminó involucrándose tanto en los asuntos importantes, como en los triviales, que olvidó preparar su futuro eterno. ¡Pero la muerte apareció repentinamente, anulando todos sus proyectos!
¿Qué es más importante: acumular riquezas y aprovechar al máximo nuestra corta vida en la tierra, para disfrutar lo que nos gusta, o interesarnos por saber dónde pasaremos la eternidad?
“Haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote… Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Lucas 12:33-34).
Ester 2 – Juan 13:21-38 – Salmo 119:73-80 – Proverbios 26:13-14