Un agricultor se guía por el ciclo de las estaciones para saber cuándo debe sembrar, cultivar y recoger la cosecha.
Asimismo, el cristiano también necesita pautas. El agricultor encuentra sus instrucciones en las estaciones, y el cristiano las busca en Dios. Es guiado por el Señor y por el Espíritu Santo. El libro de los Hechos presenta varios relatos de los viajes del apóstol Pablo. En cierta ocasión, el Espíritu Santo le impidió predicar la Palabra en Asia, y luego, al querer ir a Bitinia, tampoco se lo permitió. Por medio de una visión de un macedonio pidiendo ayuda, Pablo comprendió que debía ir a Europa (Hechos 16:9).
Cada uno de nosotros debe tomar decisiones importantes que tendrán consecuencias evidentes a corto o mediano plazo. ¿Dónde estudiar? ¿Dónde vivir? ¿Comprar una casa o alquilarla? ¿Casarse, y con quién? ¿Cómo encontrar al esposo o a la esposa con quien compartir mi vida? ¿A qué obra me llama Dios? ¿Cómo ayudar a mis hermanos en la fe: ancianos, discapacitados, jóvenes, niños, familias? ¿Con cuáles cristianos congregarme? Las preguntas son muchas y variadas.
El creyente busca depender de Dios, no solo en las grandes decisiones de su vida, sino en cada detalle en concreto. Entonces oye la voz de Dios que le dice: “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos” (Salmo 32:8).
Nehemías 13 – Juan 12:27-50 – Salmo 119:57-64 – Proverbios 26:9-10