Lo que me da una idea de la atrocidad de mi pecado es que, para expiarlo, Dios tuvo que castigar con toda su ira a Jesús, su amado Hijo, el único que no había pecado.
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El perdón para los que confiesan sus pecados es gratuito, pero nuestro Salvador pagó un precio inmenso por él.
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Jesús vino al mundo para hablarnos en nombre de Dios y pagar el precio por nuestra salvación. Ahora está en el cielo para hablar con Dios a favor de los que ha redimido.
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Un creyente que está en guerra con su hermano no puede estar en paz con su Padre celestial.
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Cuando ore, no dé órdenes a Dios, sino preséntese para recibir lo que él quiere decirle.
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Cuando Dios es pequeño ante nuestros ojos, el mundo parece grande. Cuando Dios es grande para nosotros, el mundo parece muy pequeño.
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Todas las religiones concebidas y enseñadas por los hombres pueden resumirse así: Haz esto o aquello, y Dios te dará. El verdadero cristianismo, en cambio, dice: Dios hizo todo y te lo da. Acéptalo.
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Nehemías 4 – Juan 7:32-53 – Salmo 118:15-20 – Proverbios 25:18-19