Inna vivía en un pueblo de Armenia (Asia occidental), le gustaba leer la Biblia, dar testimonio de su fe, enseñar que la Palabra de Dios es una guía y una ayuda valiosa en las dificultades de la vida.
Un día su tetera desapareció. Al día siguiente, su vecina Seta se la devolvió y le explicó: «Escondí tu tetera para ver si te enojabas y decías malas palabras al no encontrarla, pero vi que no lo hiciste».
¿Cómo nos comportamos ante los demás cada día? La vida trae consigo disgustos, contratiempos o situaciones en las que todo parece ir mal. Amigos cristianos, ¿cómo reaccionamos? ¿Nos dejamos ganar por la impaciencia y la ira? ¿Nuestra forma de hablar hace que nos reconozcan como hijos de Dios, o adoptamos el lenguaje actual con sus palabras vulgares? ¿Mostramos “un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios”? (1 Pedro 3:4). Moisés, con quien el Señor habló “cara a cara, como habla cualquiera a su compañero” (Éxodo 33:11), “era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra” (Números 12:3). Recordemos este ejemplo y, sobre todo, imitemos a Jesús, nuestro Maestro, quien es manso y humilde de corazón (Mateo 11:29). ¡Imitémoslo, para que los demás reconozcan que hemos estado con Jesús! (Hechos 4:13). Tratemos de agradarle en toda nuestra vida, en nuestras reacciones y palabras. ¡Él es fiel y nos ayudará!
Nehemías 1 – Juan 6:22-40 – Salmo 118:1-4 – Proverbios 25:12-13