En el lenguaje corriente, cometer adulterio es engañar al cónyuge. Pidamos a Dios que nos guarde de este pecado que tiene consecuencias tan tristes. Pero en el versículo citado hoy, el apóstol se refiere al adulterio espiritual. Algunos cristianos, después de haber amado y seguido al Señor, se apartaron de él para seguir a los ídolos que el mundo ofrece tan fácilmente. En el Antiguo Testamento a menudo vemos que el pueblo de Israel se apartó del Dios vivo para adorar a ídolos de madera o de piedra.

En nuestros países cristianizados, esos ídolos pueden adoptar muchas formas: deporte, moda, dinero, teléfonos inteligentes, etc. Incluso actividades legítimas pueden ocupar el lugar de Dios en nuestro corazón. Estas se convierten en verdaderos ídolos, y son muy peligrosas porque parecen buenas, pero nos alejan de Dios.

¿Qué espera Dios de los creyentes? No nos pide que abandonemos todas nuestras actividades y pasatiempos. Pero quiere estar presente en nuestra vida diaria, estar en el centro de nuestras relaciones. ¿Ocupa él el primer lugar en nuestras vidas, en nuestros pensamientos, porque nos ama y queremos honrarlo? Podemos vivir nuestra vida cristiana con gozo, deseando honrar a nuestro Dios y Padre, sin rigideces. Si lo tenemos presente siempre, nuestra vida cristiana tendrá otra dimensión. Nos consideraremos muertos a los malos deseos, y las cosas materiales ocuparán su justo lugar en nuestro corazón.