En el Nuevo Testamento, la palabra ekklesia es traducida por iglesia o asamblea. En el lenguaje corriente, este vocablo designa a menudo un edificio. Pero en el Nuevo Testamento, esta palabra se refiere a las personas que han creído en Jesucristo, que han puesto su confianza en él para ser salvas.

La Iglesia universal los incluye a todos, desde su formación el día de Pentecostés (Hechos 2:1) hasta que el Señor Jesús vuelva por los que han creído en él. ¿Quién la edifica? Jesucristo mismo. Él dijo: “Edificaré mi iglesia” (Mateo 16:18).

¿Por quiénes está formada? Por todos los verdaderos cristianos, que son “piedras vivas” unidas a la “principal piedra del ángulo”. Y “nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” (1 Corintios 3:11).

¿Cuál es la función de los que la conforman? Adorar a Dios y ser sus testigos. “Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo” (1 Pedro 2:5).

La Iglesia también se refiere a todos los verdaderos cristianos que viven presentemente en una localidad (véase Hechos 13:1). En este caso hablamos de la iglesia local. Ella ya no es tan unida como lo era cuando los creyentes de una localidad se reunían todos juntos, en los primeros tiempos del cristianismo. Solo Jesús conoce a todos los que le pertenecen.