«Aceptó morir para que un inocente pudiera vivir». Estas palabras fueron pronunciadas el 28 de marzo de 2018, en el funeral de Arnaud Beltrame. Este agente de la policía francesa se ofreció para ocupar el lugar de un rehén que estaba en manos de un terrorista en un supermercado. Fue gravemente herido y luego murió. El sacrificio de este valiente hombre despertó mucha admiración y emoción en toda Francia.

Ante este ejemplo de sacrificio, ¿cómo no pensar en la obra de Jesucristo? Jesús ofreció su vida, no en lugar de la de un inocente, sino para salvar eternamente a todos los culpables, ¡si creen en él!

La Biblia declara que todos somos culpables y estamos condenados por la justicia de Dios: “La paga del pecado es muerte…”.

Felizmente, a esta afirmación le sigue otra: “Mas la dádiva (o regalo) de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:22-23).

Es cierto que la justicia inflexible de Dios nos condena a todos, pero su inmensa gracia nos ofrece salvarnos. Para que esta salvación nos sea presentada hoy, fue necesario que Jesucristo ocupara nuestro lugar bajo el juicio del Dios santo: ¡por su muerte, nosotros tenemos la vida!

¡Ese rehén liberado nunca olvidará el sacrificio de Arnaud Beltrame! Nunca olvidemos el amor de Jesús, quien nos amó hasta morir en la cruz para ofrecernos la vida eterna con él.