Judas vivía cerca de Jesús. Fue testigo de sus numerosos milagros. Incluso fue enviado a expulsar demonios y curar enfermedades en el nombre de Jesús (Mateo 10:1-4). Exteriormente no había diferencia con los demás discípulos. Cuando Jesús les dijo que uno de ellos lo iba a entregar, probablemente nadie sospechó de Judas. Sin embargo, en los evangelios, su nombre siempre está relacionado con su traición (por ej. Marcos 3:19). ¡No podemos engañar a Dios!
El caso de Judas es único, por supuesto; no obstante, es una advertencia muy seria. Asistir a las reuniones cristianas, hacer profesión de “cristiano”, e incluso hablar de Jesús, puede dar a alguien la apariencia de ser cristiano. Pero esto nunca lo convertirá en un verdadero discípulo, ¡y no lo salvará! Para ello se necesita fe, una relación personal con Jesús. Él hace la diferencia entre los que se autodenominan cristianos y los verdaderos cristianos, entre quienes lo son de corazón, y los que aparentan serlo. La historia de Judas muestra que su corazón nunca fue tocado por el amor de Jesús.
Otro aspecto de la historia de Judas es que amaba el dinero y era ladrón. Satanás utilizó esto para alejarlo de Jesús. ¡Finalmente se apoderó de él, para su perdición!
Satanás atrae a las personas con toda clase de codicias, para luego llevarlas a la perdición. ¡Él no ama a nadie! ¡Si usted está en apuros, no espere ninguna ayuda de su parte! Es un amo despiadado y cruel: ¡lo abandona cuando usted está desesperado! ¡Qué contraste con el amor de Jesús por Simón Pedro! ¡Es hermoso ver cómo se ocupó de él!
Ezequiel 17 – Hechos 23:12-35 – Salmo 35:15-21 – Proverbios 12:1-2