¿Debemos orar al Padre, o al Señor Jesús? En ambos casos, básicamente, estamos orando a Dios. Este asunto no debe confundirnos ni limitar nuestra vida de oración.
Muchos pasajes en la Biblia nos animan a orar y adorar al Padre en el nombre del Señor Jesús (por ejemplo, Efesios 5:20). Pero también vemos ejemplos de oraciones dirigidas al Señor Jesús. Los apóstoles oraron: “Tú, Señor, que conoces los corazones de todos…” (Hechos 1:24). Esteban dijo: “Señor Jesús, recibe mi espíritu” (Hechos 7:59). Respecto a Saulo de Tarso, Ananías oró: “Señor, he oído de muchos acerca de este hombre” (Hechos 9:13).
Tanto el Padre como el Hijo son Dios, y son uno: lo que concierne al Padre concierne al Hijo, y viceversa. Sea que oremos al Padre o al Hijo, oramos a Dios. Cuando el Señor pide que oremos al Padre en su nombre, añade: “Yo lo haré”. La petición se hace al Padre, y es el Hijo quien la cumple. Así, ambos están involucrados en la petición y en su cumplimiento. De hecho, las tres personas divinas están implicadas: oramos al Padre en nombre del Hijo y por medio del Espíritu Santo (Efesios 6:18; Judas 20). Notemos que la Biblia no menciona oraciones dirigidas al Espíritu Santo.
Como hijos de Dios, oramos al Padre en lo concerniente a nuestras necesidades, porque él tiene cuidado de nosotros (1 Pedro 5:7). Oramos al Señor Jesús, el buen Pastor, cuando queremos pedirle que bendiga a su Iglesia, o servirle en el evangelio.
Ezequiel 11 – Hechos 20:1-16 – Salmo 33:16-22 – Proverbios 11:21-22