Entre los seres humanos existen muchas diferencias relacionadas con la riqueza, la educación, la religión, los estilos de vida… Pero moralmente, para Dios no hay diferencia, pues “todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”, declara él solemnemente. “No hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque” (Eclesiastés 7:20). Dios considera que todos los hombres son desobedientes. ¿Por qué? ¿Para condenarlos? No, más bien Dios quiere “tener misericordia de todos” (Romanos 11:32).
Dios quiere perdonar nuestros pecados. Incluso tiene el poder para borrarlos, para echar fuera todo lo negativo que hay en nosotros, y abrir el acceso a su paraíso a todos los que creen en Jesús. Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, “Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos” (1 Timoteo 2:5-6). Dios desea hacernos justos, para darnos acceso a la verdadera felicidad junto a él. El sacrificio de Cristo es suficiente para esto.
Por otra parte, hay una diferencia capital entre los hombres. ¿Por qué? Porque “agradó a Dios salvar a los creyentes” (1 Corintios 1:21). ¡Este es el único criterio que hace la diferencia entre ellos! Unos no le creen a Dios y rechazan su plan de salvación, por ello están perdidos. Los otros le creen. Reconocen que son pecadores, se arrepienten y reciben el perdón de Dios por todos sus pecados. ¡Son salvos para siempre!
Un día será demasiado tarde para creer. No espere más, ¡acepte a Jesús ahora mismo!
Ezequiel 6 – Hechos 17:1-15 – Salmo 32:1-4 – Proverbios 11:11-12