La palabra griega que se traduce como viento es la misma que en otras partes se traduce como espíritu. En Génesis 1:2, leemos que el “Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”. En Génesis 1:1, el Espíritu Santo también está, aunque implícitamente en las palabras “creó Dios”.
La palabra hebrea para Dios (Elohim) es plural, sugiriendo no solo uno sino más de dos. Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Generalmente, el Padre tiene un papel prominente en relación con los planes de la Deidad; el Hijo es quien ejecuta estos planes, y todo esto con el poder del Espíritu Santo. Hay una maravillosa armonía y cooperación entre las Personas de la Deidad. Él es el Dios trino.
Regresando al versículo de hoy: no debemos limitar o someter al Espíritu Santo a ciertos métodos, experiencias o sistemas humanos. El Espíritu no puede ser controlado, medido o explicado por la lógica humana. Él está completamente por encima de todo y actúa independientemente del hombre y sus concepciones.
El Espíritu de Dios nos prepara para recibir las bendiciones celestiales y nos capacita para ser verdaderos adoradores (Jn. 4:24). De hecho, sin el Espíritu Santo, no habría obra de Dios en ninguno de nosotros.
“La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros” (2 Co. 13:14).