El desánimo puede quitarnos la paz, el gozo y la satisfacción. Sin embargo, hay una buena noticia para aquellos que se sienten desanimados: no se trata de una situación permanente.
He conocido a personas que parecían estar inmersos en situaciones indescifrables, pero años después, su situación y emociones mejoraron maravillosamente. ¿Por qué? Nunca se rindieron. En lugar de caer en la autocompasión, optaron por confiar en Dios, avanzar con fe y superar sus dificultades emocionales.
Nehemías es un gran ejemplo. A pesar de tener razones para sentirse derrotado, porque su pueblo enfrentaba grandes dificultades, no permitió que el desánimo lo dominara. Al recibir la noticia de que los muros de Jerusalén seguían en ruinas, este hombre de Dios sintió una profunda decepción y tristeza. Sin embargo, en lugar de permanecer desanimado, Nehemías clamó a Dios en busca de orientación.
El rey notó la tristeza de Nehemías, algo que podía ser castigado con la muerte. Sin embargo, el Señor respondió la oración de Nehemías, interviniendo con gran poder. El rey, al darse cuenta de la tristeza de Nehemías, le preguntó cómo podía ayudarlo. Este milagro llevó a la reconstrucción de los muros de Jerusalén y al fortalecimiento del pueblo de Dios.
El Señor tiene el poder de intervenir en situaciones que parecen imposibles, independientemente cuán profundas e inverosímiles parezcan, y puede obrar de maneras más poderosas de lo que podríamos imaginar.
¿Cómo es su caso? ¿Vive con la expectativa de que el Señor obrará poderosa y misteriosamente? ¿O se ha quedado sumido en la desesperación? Como Nehemías, convierta su desilusión en oración, pidiendo ayuda a Dios. Él puede restaurar su esperanza y evitar que las emociones negativas dominen su vida.