El Señor está cerca: Miércoles 23 Marzo
Miércoles
23
Marzo
No ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos.
Juan 17:20
CRISTO ORANDO AL PADRE (6)

En esta asombrosa oración, nuestro Señor hace varias peticiones al Padre: para Él mismo, por sus discípulos, y por las generaciones venideras, “los que han de creer en mí por la palabra de ellos”. Qué maravilloso que el Señor haya pensado en ti y en mí cuando expresó estas palabras en su oración. Sin embargo, incluso antes de la fundación del mundo, Él pensó en nosotros, según el consejo eterno de Dios de llevar muchos hijos a la gloria. ¡Asombroso!

Las peticiones de Cristo también fueron más que simplemente desear algo: los asuntos por los que oró el Señor se han cumplido o se cumplirán. El libro de los Hechos, que se enfoca principalmente en el ministerio de Pedro y Pablo, contiene muchos ejemplos de cómo se cumplieron las peticiones de Jesús. El Señor utilizó a Pablo para que los tesalonicenses se convirtieran de los ídolos a Dios. Los nuevos creyentes condujeron a otros al conocimiento de Cristo, y ellos, a su vez, alcanzaron también a otros (1 Ts. 1:7-8). De esta forma los creyentes en Tesalónica ejemplifican un tipo de “cadena” de generación en generación. Más adelante, en su segunda carta a Timoteo, Pablo explicó cómo funciona esta “cadena” (ver 2 Ti. 2:1-2)

Estos ejemplos, y muchos más, son respuestas del Padre a la oración de Cristo en Juan 17. Estas respuestas incluyen, necesariamente, la obra del Espíritu Santo, a Dios utilizando su Palabra como un poderoso instrumento en este proceso (1 Ts. 2:13). Estos nuevos discípulos creyentes en la Palabra de Dios, “por la palabra de ellos” (Jn. 17:20), es decir, por el testimonio de la primera generación. Esto implica una respuesta y compromiso personal, que se ve reflejado en las palabras “los que han de creer”; implica una relación verdadera con Cristo. La Palabra de Dios es un instrumento poderoso, pues proviene del Dios vivo y verdadero. “Por la palabra de ellos” implica la sumisión a la Palabra de parte de las generaciones siguientes. ¿Se puede decir lo mismo de nosotros?

Alfred E. Bouter