Una vez más Israel había hecho lo malo a los ojos del Señor, y Él los había entregado en mano de pueblos enemigos. Si bien en este caso madián es el enemigo principal, también leemos que estos se unieron con los amalecitas y los hijos del oriente. Satanás tiene muchas flechas en su aljaba, por así decirlo, y rara vez utiliza solamente una de ellas en contra de los creyentes.
Pon atención en cuán completo fue su ataque. Vinieron desde el oriente del río Jordán, incluso más allá de la tierra dada a las tribus de Rubén, Gad y a la mitad de Manasés. Pasaron a través de toda la tierra hasta Gaza, una ciudad filistea junto al mar mediterraneo que hoy es bien conocida por ser la ciudad principal en la franja de Gaza.
¿Qué hicieron estos enemigos? Destruyeron el fruto de la tierra y dejaron a Israel sin alimento. Entraron en la tierra para destruirla y empobrecieron grandemente a Israel. Dios no nos muestra que estos enemigos hayan disfrutado o incluso utilizado el alimento de Israel para sí mismos, sino que lo destruyeron deliberadamente.
Hoy en día la táctica del enemigo sigue siendo la misma. “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir” (Jn. 10:10). Él le quita al cristiano el alimento que Dios le da para su alma: ¡Cristo! Él no aprecia, no disfruta y tampoco quiere para sí mismo lo que Dios le da al cristiano como alimento diario. ¿Cómo habría de apreciar a Cristo? ¿Cómo puede apreciar la Biblia, la cual habla de Cristo en su hermosura y dignidad? ¡Imposible! Las fuerzas de Satanás siempre buscarán quitarle a los cristianos aquello que los fortalece.