Los hijos de Israel habían vuelto a hacer lo malo a los ojos del Señor. En esta ocasión, Él fortaleció en contra de ellos a Eglón, rey de Moab, un hombre muy gordo, y junto con él a los amonitas y amalecitas. Israel sirvió a Eglón por dieciocho años.
El pueblo de Israel le había encomendado a Aod la tarea de llevar un tributo a Eglón. Pero Dios iba a utilizarlo para libertar a su pueblo de su servidumbre a Moab. Aod era de la tribu de Benjamín, nombre que significa “hijo de la mano derecha”, pero como muchos otros de esta tribu (Jue. 20:16), él era zurdo, una característica que por mucho tiempo, en la historia pasada, fue considerada como una desventaja. Pero pongamos atención como Aod cambió lo que parecía ser una desventaja en una ventaja real.
Aod se fabricó un puñal de dos filos, capaz de cortar por ambos lados. Contrario a lo que otros hubieran hecho, él se la ciñó en la parte derecha de su cadera, lo que le permitía alcanzarla rápidamente con su mano izquierda. Cuando estaba solo con el rey Eglón, en su sala de verano, él le dijo que tenía una palabra de Dios para él, y tomó su puñal y lo clavó en el vientre del rey. Cerrando tras sí la puerta de aquella sala, escapó, y llamó a los israelitas a que lo siguieran, y así derrotaron completamente a los moabitas.
A pesar de nuestras debilidades o desventajas, Dios nos anima a tomar “la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Ef. 6:17). Su palabra es “más cortante que toda espada de dos filos” (He. 4:12). ¡Utilicemos esta asombrosa arma que Dios nos ha dado para obtener victorias para Él!