La Buena Semilla: Domingo 31 Agosto
Domingo
31
Agosto
Hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.
Mateo 3:17
(Jesús dijo:) Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.
Juan 10:17
Mi Hijo amado

Dos veces, durante la vida de Jesús en la tierra, se oyó la voz de Dios declarando: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”. La primera vez fue en el río Jordán, cuando Jesús fue bautizado por Juan el Bautista, y la segunda vez fue en el monte, cuando su rostro cambió de aspecto y resplandeció como el sol (Mateo 3:17; 17:5).

La mirada de Dios sigue continuamente todo lo que ocurre en esta tierra. Desde el principio de la historia de la humanidad, siempre ha tenido ante sus ojos el espectáculo del pecado marcando todo con su odioso sello. ¡Ningún ser humano ha merecido su aprobación! Solo Jesús, el hombre que fue obediente a la voluntad de Dios hasta dar su vida (Juan 10:17-18), recibió esta marca de aprobación divina: “… en quien tengo complacencia”. Por primera vez Dios expresó su completa satisfacción con un hombre. Así se cumplió en Cristo lo que los ángeles habían proclamado cuando él nació: “Buena voluntad para con los hombres” (Lucas 2:14).

Su vida fue perfecta; él era el amado Hijo de Dios. En su poder divino, Jesús “se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Filipenses 2:7). Era verdaderamente hombre, sin dejar de ser el Hijo de Dios.

Inclinémonos ante el testimonio del amor divino, manifestado en esta Persona única: el Amado de Dios, que vino a la tierra para salvarnos. ¡Escuchémosle!

2 Crónicas 16 – 1 Corintios 8 – Salmo 102:16-22 – Proverbios 22:14