Durante un examen de música, el profesor le dijo a mi hija: «Lo que has hecho está muy bien: respetas el ritmo, las notas son correctas, pero te falta sentimiento, es como estar en una autopista». Otro aspirante recibió este halago: «Es como si estuviéramos en una carretera de montaña, y no sabemos qué paisaje vamos a descubrir en la siguiente curva».
Esto me hace pensar en la forma en que leemos la Biblia. Podemos leerla de manera correcta, pero rápidamente, como conociendo lo que leemos. Esta es la monotonía de la «autopista». También podemos leer con interés, es decir, dejándonos impregnar por lo que leemos, analizando las palabras, los giros y el sentido de las frases. Así descubriremos muchos detalles que antes habíamos pasado por alto.
El apóstol nos dice que para que esta palabra sea de provecho, debe ir acompañada de fe (Hebreos 4:2). Entonces estos detalles iluminarán nuestro corazón y nuestra conciencia. Nos harán ver la perfección de su Palabra, así como la inmensidad del amor de Dios que sobrepasa nuestra comprensión y nuestra inteligencia. Estos son los descubrimientos que haremos a lo largo de la «carretera de montaña».
“Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu” (Efesios 6:18). Detengámonos para orar. Y no olvidemos que “la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu… y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12).
2 Crónicas 3-4 – Lucas 22:47-71 – Salmo 96:1-6 – Proverbios 21:21-22