«Cuando los hombres satisfacen un deseo, aún siguen insatisfechos. Un nuevo deseo no tarda en ocupar el lugar del anterior, por lo que su proyecto de satisfacción se pospone indefinidamente. Así, los hombres esperan perpetuamente la felicidad», Blaise Pascal, filósofo (1623-1662).
No queremos ignorar las dificultades reales que experimentan muchas personas. Sin embargo, la insatisfacción está bien instalada en nosotros y a nuestro alrededor. ¡Cuántas manifestaciones de descontento en todos los países del mundo! Estas no son más que un reflejo del estado de nuestros corazones.
Cristianos, ¡nosotros conocemos la verdadera felicidad! Tenemos un Padre en el cielo que nos ama y cuida de nosotros. Si esperamos que todos nuestros deseos se cumplan, no confiamos realmente en Dios. Él sabe lo que es bueno para nosotros y nos lo da. Aprendamos más bien, no solo a estar contentos con lo que tenemos, sino a estar felices y agradecidos, sean cuales sean las circunstancias de nuestra vida. El apóstol Pablo dijo: “He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad” (Filipenses 4:11-12).
Podemos confiar en que nuestro Dios nos dará lo que necesitamos, pues nos ama. No olvidemos agradecerle, y hablemos de él a los que nos rodean.
1 Crónicas 21 – Lucas 18:1-17 – Salmo 91:11-16 – Proverbios 21:1-2