El cachalote, un mamífero marino, está dotado de una constitución que le permite sumergirse a 900 metros de profundidad, sin morir por la enfermedad del buzo (accidentes por descompresión) cuando sube.
Muchas aves migratorias siguen a un «piloto» que, a lo largo de miles de kilómetros y a través de todo tipo de clima, las lleva directamente a su destino.
¡Es impresionante! ¿Cuál es el origen de estas habilidades, que caracterizan a cada especie? Esto nos lleva a la conclusión de que detrás de todo hay un Creador. ¿Se necesita realmente mucha fe para asombrarse ante la sabiduría y la majestad de este Creador? ¡No! En cambio, ¡cuántos años de investigación, de teorías sofisticadas, de energía intelectual… para intentar no creer!
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1). Dios fue antes de todo. Antes de que existieran el espacio, el tiempo y la materia. Él es el autor de la sabiduría que actúa detrás de toda la naturaleza. Dios mismo dice en su Palabra: “Yo hice la tierra, y creé sobre ella al hombre. Yo, mis manos, extendieron los cielos” (Isaías 45:12).
La fe en el Dios creador nos da la seguridad de que no somos producto del azar. Dios quiso que cada uno de nosotros existiera. Él es el “Dios y Padre de todos” (Efesios 4:6). Él es el que nos sostiene y da a cada uno este tiempo de vida en la tierra. Y antes de que termine, su bondad nos lleva a conocerlo eternamente como el Dios Salvador.
1 Crónicas 17 – Lucas 14 – Salmo 90:7-12 – Proverbios 20:23-24