Jesús cumplió las profecías del Antiguo Testamento que hablaban de él. Por ejemplo, unos días antes de celebrar la Pascua, Jesús entró en Jerusalén sentado sobre un pollino (Mateo 21:5-9). El profeta Zacarías había anunciado esto 500 años antes.
En la cruz Jesús dijo, “para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed”, y los soldados le dieron vinagre (Juan 19:29). El Salmo 69:21 dice: “En mi sed me dieron a beber vinagre”.
El lugar del nacimiento de Jesús fue anunciado con antelación (Miqueas 5:2). Los sacerdotes judíos revelaron a Herodes que el Mesías nacería en Belén (Mateo 2:3-6).
El Antiguo Testamento también contiene profecías que fueron cumplidas incluso por los enemigos de Jesús, sin que ellos lo supieran. Por ejemplo, el Salmo 22 predijo la crucifixión de Jesús con mil años de antelación: “Horadaron mis manos y mis pies” (v. 16). “Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes” (v. 18). Cerca de la cruz, los soldados cumplieron esta profecía al pie de la letra.
Estas profecías se cumplieron con precisión, y las que están por venir también se cumplirán con la misma exactitud. La próxima es: “El Señor mismo con voz de mando… descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire” (1 Tesalonicenses 4:16-17).
1 Crónicas 16 – Lucas 13:18-35 – Salmo 90:1-6 – Proverbios 20:22