En el estrecho de Bering, cerca del círculo polar ártico, hay dos islas: Diómedes Mayor, que pertenece a Rusia, y Diómedes Menor, que pertenece a Estados Unidos. La línea del cambio de fecha pasa entre las dos. Cuando es lunes del lado americano, ¡ya es martes en la isla rusa! ¡Sin embargo, estas dos islas solo están separadas por cuatro kilómetros!
¡Tan lejos, y sin embargo tan cerca! A menudo, ¿no es esto lo que vivimos con Dios? ¡Nos parece tan lejano, y sin embargo está tan cerca! Dios “no está lejos de cada uno de nosotros”, decía el apóstol Pablo a los atenienses. Dios estaba cerca de ellos, pero no lo conocían. Incluso habían creado un altar dedicado “al Dios no conocido”.
Nuestro mayor impedimento para acercarnos a Dios quizá sean nuestros prejuicios, nuestras ideas equivocadas. Si pensamos que Dios es exigente, o insensible, permaneceremos lejos de él. Pero si nos abrimos a su amor, nos acercaremos a él.
Al venir a este mundo, Jesús nos reveló que Dios quiere estar muy cerca de nosotros y perdonar nuestros pecados, incluso los que no nos atrevemos a confesar. ¡Jesús pagó un precio muy alto para ello! “Habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” (Efesios 2:13).
¿Deseamos acercarnos a Dios? No tengamos miedo a ser rechazados; creamos en su perdón, en su amor. Vayamos a Dios cada día, pues diariamente tiene algo que perdonarnos, algo que darnos, o simplemente algo que decirnos. ¡Vayamos a él cada día mediante la oración!
Ezequiel 10 – Hechos 19:23-41 – Salmo 33:10-15 – Proverbios 11:19-20