Nuestras sociedades occidentales tienen muchos más privilegios que otras, aunque es cierto que la pobreza no falta, e incluso va en aumento. Sin embargo, la insatisfacción siempre está presente, y las reivindicaciones no cesan, incluso entre las poblaciones más privilegiadas. Esto revela un verdadero malestar. «Juntos para la conquista de otro futuro», fue el lema de una manifestación unos años atrás. ¿Qué otro futuro queremos? ¿Más riqueza? ¿Más ocio? ¿Más libertad? ¿Otro futuro para vivir en esta tierra más cómodamente? Un día tendremos que dejarlo todo, ¿y cuál será nuestro futuro? Por ese lado no se propone nada… Y usted, ¿ha pensado en ello? Muchas personas viven para el momento presente, sin pensar en la eternidad.
En efecto, no todo termina con la muerte. El hombre, al desobedecer a Dios, fue condenado a morir (Génesis 2:17). Su cuerpo volverá al polvo y su espíritu volverá a Dios. ¿Cómo se encontrará con él? Lo encontrará como Juez, si no se ha reconciliado con él; lo hallará como Padre, si ha creído en Jesucristo. Esto decidirá su futuro eterno. Dios quiere nuestra felicidad. Él nos dice: “Yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros… pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jeremías 29:11). ¿Deseamos esta felicidad con Jesús?
“Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre” (Salmo 16:11).
1 Crónicas 11 – Lucas 12:1-21 – Salmo 89:19-27 – Proverbios 20:14-15