No solo la creación me habla de él; también puedo conocerlo por medio de la Biblia. Solo me pide que confíe en él, que crea que a través de Jesucristo se acercó a mí. Él hace todo para que yo pueda entrar en relación con él: me perdona por haberle tenido miedo, por haber tratado de deshacerme de él, por no haber querido escucharle… Me perdona, sí, tengo que admitirlo: ¡Dios me ama!
¡Qué gozo! Él me habla a través de la Biblia y por medio de su Espíritu; yo puedo responderle mediante la oración. Él se ha convertido en mi Padre todopoderoso y perfecto. Es un Dios muy cercano. ¡Sigue siendo grande, pero entra en mi corazón! Tengo que admitirlo: ¡Dios me habla!
Mi vida aquí en la tierra no ha terminado. Un día lo veré. La felicidad que promete no se reduce a la felicidad de hoy. Es la certeza de un estado de perfección en el amor, el gozo y la paz. Así como Dios cumple sus promesas para la vida de hoy, también cumple las que ha hecho para el futuro. Debo admitirlo: ¡Dios me está esperando!
Dios es mi Dios, pero no es solo para mí, pues quiere ser un Dios personal para ti también. Nadie puede convertirse en amigo de Dios por sus propios méritos. Nadie está demasiado lejos de él. Sea cual sea tu situación, puedes clamar a Dios para que se revele a ti… Puedes leer la Biblia: Dios nos habla por medio de ella. Puedes confiar en Jesucristo, quien nos revela a Dios. Sí, ¡Dios te está esperando!
Daniel 10 – Lucas 1:57-80 – Salmo 80:8-19 – Proverbios 19:3-4