Una maravilla, según la definición del diccionario, es algo que despierta gran admiración por su belleza, su grandeza, su valor. El mundo antiguo tenía sus siete maravillas. Hoy en día solo subsiste la Gran Pirámide de Guiza, en Egipto. Lo que es de la tierra pasa, pero el hombre siempre trata de asombrarse. En la Biblia, Dios nos revela sus maravillas. Nos invita a ver su grandeza y el magnífico propósito que tiene para su criatura. La creación del mundo y del inmenso universo es una de las maravillas del Dios creador todopoderoso. ¿Las admiramos?
En el pasado, Dios dijo a Job: “Escucha esto, Job; detente, y considera las maravillas de Dios. ¿Sabes tú cómo Dios las pone en concierto, y hace resplandecer la luz de su nube? ¿Has conocido tú las diferencias de las nubes, las maravillas del Perfecto en sabiduría?” (Job 37:14-16). Asombrado, Job percibió la sabiduría y la soberanía de Dios; comprendió que él solo era una criatura que debía confiar en su Creador.
El rey de Babilonia vio la omnipotencia de Dios: “Él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?” (Daniel 4:35).
Para el creyente es maravilloso saber que el Dios soberano lo ama. “No escatimó ni a su propio Hijo” para salvarnos, y cuida con amor a los que se han convertido en sus hijos por la fe en Jesús.
Daniel 8 – 3 Juan – Salmo 79:1-7 – Proverbios 18:22