Naoto Kan era primer ministro de Japón cuando, en marzo de 2011, tras un terremoto, se produjo una catástrofe nuclear en Fukushima. Unos años más tarde comentó esta experiencia:
«Creo que en ese momento Dios salvó a Japón. El recinto de contención del reactor 2 amenazaba con estallar como un globo, porque una válvula de seguridad no se abría. La explosión habría arrojado enormes cantidades de sustancias radiactivas al aire. Sin embargo, la presión bajó milagrosamente. Aún hoy nadie sabe cómo pudo suceder esto.
En el reactor 4, los elementos combustibles del depósito de refrigeración amenazaban con quedar al aire libre sin agua para hacer bajar la temperatura, por lo que habrían empezado a fundirse; pero la separación con el depósito vecino se desgarró, lo que permitió que el agua pasara».
Dios muestra que está presente, interviniendo directa o indirectamente, quizá de forma inexplicable para los seres humanos. ¡Siempre desea su bien! Trata de alcanzar su conciencia incluso a través de acontecimientos como estos, para que abran sus corazones a su bondad que quiere salvarlos.
Dios no quiere que los hombres se pierdan debido a sus pecados. Por eso los exhorta a arrepentirse, a convertirse, a creer en el Señor Jesús como su Salvador.
Es preciso tomar en serio el amor de Dios, sus advertencias, su plan para salvarme del camino que lleva a la perdición.
2 Reyes 24 – 2 Timoteo 1 – Salmo 75 – Proverbios 18:2-3