A menudo uno de mis amigos me hace preguntas sobre la existencia de Dios. Le leo varios pasajes de la Biblia, pero es inútil, pues con razonamientos sutiles se opone a lo que Dios dice.
Así, muchas personas rechazan a Dios. Sin embargo, a los que tratan de conocerlo, la Biblia les dice: “Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jeremías 29:13). Antes de plantear preguntas sobre la existencia de Dios, deberíamos preguntarnos: ¿Quiero conocerlo realmente? O, al contrario, ¿estoy buscando argumentos para demostrarme a mí mismo que Dios no existe?
La Biblia me revela quién es Dios, el Creador, quien creó, en su belleza original, todo lo que vemos. Y aún más: “Dios fue manifestado en carne”. Jesucristo, el Hijo de Dios, nació y vivió en la tierra para mostrar perfectamente, con humildad, los caracteres de Dios: amor, luz, verdad, perdón… Con amor Jesús me mostró cuán grande es Dios y cuán frágil soy yo; cuán santo es él, cuán grandes son su gracia y su paciencia para conmigo. La Palabra nos dice que Jesucristo estaba en el mundo, “y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció” (Juan 1:10).
Dios se dio a conocer a través de hechos. La naturaleza creada, y la venida de su Hijo, son pruebas tangibles de su existencia. Sin embargo, solo la fe en la Palabra de Dios puede iluminarnos, puede darnos la convicción de que Dios existe. “Si crees, verás la gloria de Dios” (Juan 11:40).
2 Reyes 14 – Efesios 2 – Salmo 70 – Proverbios 17:7-8